Imaginaros una inmensa llanura repleta de olivos, un pequeño terreno dedicado al cultivo de alguna fruta, cercas al aire libre por donde campan a sus anchas los reyes de este sitio, cerdos ibéricos y una casa de campo en medio, niños correteando por el césped y una gran familia al cuidado de todo.
Estamos en plena Campiña Sevillana, en el término municipal de Paradas, entre dicha localidad y Morón de la Frontera se encuentra ubicado El Descansillo.
Nos recibe Joaquín, tercera generación de esta familia de agricultores y ganaderos. En la puerta de su casa, entre 4 o 5 niños y niñas que no paran de corretear y jugar entre ellos nos hace un breve resumen de la historia de su casa, de su empresa y de sus ibéricos.
Más de 50 años hace que quien fuera su abuelo pusiera los cimientos de esta empresa. Joaquín es un chico joven, 27 años, el cual, acabado sus estudios y habiendo probado suerte trabajando por cuenta ajena en algo relacionado con lo que había estado preparándose, decide dejar aquel trabajo e invertir su tiempo en el negocio familiar y convence a sus padres y tíos para llevar a cabo una pequeña revolución en lo que hasta entonces había sido más que una empresa en sí, digamos, un modo de vida.
Con el consentimiento y compromiso de todos los miembros de la familia comienzan a comercializar sus productos en dos puntos de venta propios, uno lo tienen allí mismo, en el campo y otro que abren en una población cercana. Como se suele decir y hemos podido comprobar “del cerdo se aprovechan hasta los andares”, manteca blanca y colorá, chicharrones, jamón ibérico, caña de lomo ibérica, salchichón ibérico, morcilla, chorizo…
Pero además, una de las mayores apuestas en su proyecto es la de comercializar sus productos loncheados y envasados al vacío.
Ellos mismos realizan las matanzas de sus cerdos ibéricos una vez por semana, despiezan, preparan, envasan y venden durante la semana para volver a empezar a la siguiente. Nos contaba Joaquín que en época de montanera (sobre octubre), mandan partidas de ejemplares a dehesas de Guijuelo donde engordan a base de bellotas hasta alcanzar el peso optimo para ser sacrificados, despiezados y curadas las diferentes piezas allí 
mismo, en Guijuelo.
Pudimos contemplar las salas donde preparan algunos de sus manjares, un gran perol en el que elaboran los chicharrones, totalmente recomendables, unos secaderos de los cuales cuelgan chorizos, morcillas, longanizas, salchichones…
Salimos de allí con una sensación muy agradable, y es que una vez más sentimos haber acertado en la elección de un proveedor, productos de excelente calidad elaborados por una familia que respeta el saber hacer de las generaciones pasadas.
Al despedirnos quedamos en pasarnos un día en el que preparen chicharrones y grabar algún vídeo o hacer alguna foto para poder mostrároslo.
Buenos Sabores 